lunes, 5 de septiembre de 2011

Barrio Chino hoy

La calle del farolito rojo que anunciaba la presencia de los chifas es hoy el corazón de uno de los más grandes y dinámicos conglomerados comerciales de Lima.



Por Juan Carlos Lázaro | Tomado de Integración N° 13. Lima, mayo 2011

No hay estadísticas que registren con precisión su movimiento comercial, pero algo que sorprende al visitante que recorre hoy la exótica pero también limeñísima calle Capón, en la cuadra siete del jirón Ucayali, es la concentración de casi todos los bancos que operan en Lima. Ahí están, en fila, los locales de los bancos de Crédito, Continental, Scotiabank, Interamericano de Finanzas, Financiero, Interbank, etc. Cada uno de ellos luce su logotipo acompañado de vistosos ideogramas chinos. ¿A qué se debe esta concentración de instituciones financieras en una sola calle? No es necesario recurrir a ningún oráculo para conocer la respuesta.

La calle Capón sigue siendo el corazón del Barrio Chino de Lima, su ámbito original y más tradicional, pero la intensidad del crecimiento de sus negocios, empezando por el culinario, ha extendido su influencia a las calles adyacentes desde su remodelación en 1999. Actualmente los linderos del Barrio Chino van desde la avenida Grau hasta el jirón Amazonas, y desde la avenida Abancay hasta el jirón Paruro. Es uno de los más grandes e intensos conglomerados comerciales de la capital, tal como lo reconocen Promperú, la Municipalidad de Lima y los gremios de empresarios. Se calcula que diariamente la zona es visitada por unas 30.000 personas. Si no hay estadísticas ni cifras precisas es tal vez porque aquí todo está en expansión y en movimiento.

Los restaurantes chinos, llamados “chifas” en Lima, constituyen el negocio por excelencia del Barrio Chino. Son su identidad y su carta de presentación. Hay aproximadamente medio centenar. Los más prestigiosos son el San Joy Lao, el Wa Lok, el Salón Capón, el Salón China, el Salón de la Felicidad, el Sun Yen, el Men Yu, el Ton Qui Sen, el Tong Po, etc. El negocio culinario es el más intenso y el que convoca la mayor cantidad de público. No todos están en la calle Capón, pero la circundan. Pocos saben, o sólo lo saben los iniciados, que en la misma calle Capón hay un mercadillo especializado en la venta de verduras chinas.

Pero en el Barrio Chino también se concentra la mayor cantidad de negocios de venta al por mayor de útiles escolares y de oficina, entre los que destaca el Tay Loy y en torno al cual funcionan y florecen muchos negocios minoristas de la misma rama. La venta al por mayor de zapatos también es impresionante en esta zona. Y los casinos o casas de juego están repletos de clientes que pasan de una a otra.

La venta de piñatas, que florece en diferentes distritos de la ciudad, tiene en el Barrio Chino su feria más nutrida y extendida, abarcando varias cuadras. Lo mismo puede decirse del negocio de la importación de globos, que va paralelo al de las piñatas. También prosperan las ventas de perfumería, de juguetes, de ropa para damas, de lencería, de mercería, de CD, de DVD y de instrumentos musicales. Los talleres de técnicos de artefactos domésticos tienen su bastión en el jirón Paruro y la venta de esos artefactos se concentra en el jirón Andahuaylas.

Barrio de chifas

Para los viejos limeños, el Barrio Chino no era más que la calle Capón: aquella cuadra del jirón Ucayali limitada por los jirones Billinghurst y Paruro, en los Barrios Altos, al lado del Mercado Central. Se dice que ahí se desarrolló exponencialmente el criollismo. Se le llamaba Capón porque tiempo antes en esa calle funcionaban unos camales donde se capaban a los cerdos. Después aparecieron en ella los chifas que solían anunciarse con un farolito rojo que llevaba como diseño la imagen dorada de un dragón. Se distinguieron porque de sus fogones salían comidas típicas de las provincias de Guangdong (Cantón) y Sichuán.

En los años 50 del siglo XX a la calle Capón se le identificó como el Barrio Chino. Su identidad la aportaban los chifas, sobre todo el esplendoroso y exquisito San Joy Lao, con orquesta, y punto de reunión no sólo de sibaritas y familias acomodadas, sino también de lo mejor de la intelectualidad sanmarquina de esos años. Al San Joy Lao recalaban en mancha los narradores Julio Ramón Ribeyro, José Antonio Bravo, Eleodoro Vargas Vicuña; los poetas Alejandro Romualdo, Francisco Bendezú, Wáshington Delgado, así como los profesores Jorge Puccinelli y Li Carrillo. La China ancestral revivía en esta parte de la ciudad, no sólo por los chifas, sino también por sus templos religiosos: el de la sociedad Cu Con Chau, el de la sociedad Pun Yi y el de la sociedad Tong Sing, el más antiguo de América, donde se le rinde culto a Kuan Kung, deidad protectora de los negocios, la riqueza y las artes marciales.

En 1971, a la entrada de la calle Capón, o sea en la esquina de los jirones Ucayali y Billinghurst, se erigió un hermoso portal de arquitectura y diseño chinos, de ocho metros de altura y 13 metros de ancho. En la cúspide del arco unos ideogramas chinos transcriben un pensamiento que algunos atribuyen a Confucio: “Todos somos iguales bajo el mismo cielo”. El portal fue donado por el gobierno de Taiwán. Cuando se construyó e inauguró, el alcalde de Lima era Eduardo Dibós.

Si bien con este portal se quiso aportar cierto esplendor al Barrio Chino, aún limitado a una sola calle, pronto el crecimiento caótico de Lima inundó de vendedores ambulantes y negociantes informales su centro histórico. La calle Capón, por su proximidad, no escapó de esta dinámica y le correspondió la peor parte de ese proceso, convirtiéndose en un lugar sucio y peligroso, plagado de comedores callejeros, con fogones al aire libre, y donde los restos de comida se arrojaban en pistas y veredas.

No fue sino hasta 1999 cuando se inició la recuperación y el relanzamiento del Barrio Chino. Al frente de esta empresa estuvo el alcalde de Lima, Alberto Andrade, quien secundado por los directivos de la Asociación Peruano China, emprendió la remodelación de la calle Capón. Había un motivo muy especial: la conmemoración de los 150 años de la inmigración china al Perú. La remodelación consistió fundamentalmente en la formalización de los negocios que funcionaban en esa calle, el retiro de los vendedores ambulantes, y su conversión en un paseo peatonal de inspiración y motivos chinos. Fue una obra urbanística, de diseño, de promoción comercial. Su belleza e importancia es reconocida ahora en las guías turísticas. Una placa de la Asociación Peruano China instalada en un atril, a mitad de la calle, da cuenta de la visita al Perú de Hu Jintao, presidente de la República Popular China, el 19 de noviembre de 2008.

Actualmente el Barrio Chino de Lima es el mayor de Sudamérica. Su corazón o punto de origen, la calle Capón, es uno de los parajes más bellos, exóticos y limeñísimos de la ciudad. El diseño de las losetas de su piso muestra imágenes del horóscopo chino, sus asientos están a la sombra de una pagoda y sus chifas siguen siendo el distintivo del lugar. Un trozo de China en el Perú que se mueve y crece con el empuje de la patria ancestral.